martes, 28 de agosto de 2012

Sobre los partidos políticos en los Estados Unidos y una leve comparación con los partidos políticos españoles



Estados Unidos cuenta con cinco partidos de mayor envergadura, treinta y tres partidos minoritarios y treinta nueve partidos regionales, algunos de ellos independentistas. De esos “cinco partidos' de mayor envergadura, realmente dos deciden en la política nacional, los clásicos Demócratas y Republicanos. Los otros tres partidos, Libertarian PartyGreen Party y Constitution Party, no tienen representación en la Casa Blanca y entre los tres solo tienen dos cenadores. En esas condiciones podría afirmarse con mucha categoría que en los Estados Unidos solo existen dos partidos.

La repartición de los votantes entre Republicanos y Demócratas se centra en las dos preocupaciones básicas del ciudadano estadounidense. En el caso de los Republicanos es la economía y en el caso de los Demócratas los problemas sociales. Así, como se suele decir en buen castellano, el pastel ya está repartido.

Se les presenta como partidos enfrentados, donde los intereses del uno perjudica al contrario, pero un observador distante puede descubrir que en el fondo actúan de la misma manera, tanto en la política nacional como en la internacional. Las supuestas políticas sociales de Baraca Obama, que han encontrado dificultades para ponerse en práctica, han contado con la oposición de miembros de su mismo partido y si el presidente hubiera usado su derecho al veto estas hubieran salido adelante. De esta manera se evidencia,  que dentro del partido se manejan asuntos que no son los que se exteriorizan y se muestran al votante, aunque el entusiasmo de este último le impida ver las fluctuaciones que ocurren en la política del partido que ha elegido.

La técnica para justificar los reveses, está en achacarle al partido contrario la falta de apoyo.

Tambien hay un efecto generacional. Desde los dieciocho años un cidadano es libre de ejercer su derecho al voto, pero en la práctica casi todos votan después de los veintiuno. La mayoría de ellos espera mucho más tiempo, entre los veintiuno y los treinta. Teniendo en cuanta cuanto dura un periodo presidencial, salvo escándalos que conlleven a dimisiones, este periodo es de cuatro años, con la posibilidad de extenderse hasta los ocho. De manera que si elegimos a un “ciudadano ejemplar”, que decide votar desde los 18 hasta y que en su vida perfecta  alcance los ochenta, podríamos asegurar que es muy posible que este ciudadano haya votado por siete presidentes al final de su vida. En siete admiraciones se le fue la vida, siete presonas decidieron como iba a vivir y probablemente siete lo defraudaron. 

Lo que ocurre en realidad es que existe un paquete de condicionantes, que manipulan las decisiones y las mismas esperanzas de los votantes.

Una de estas condicionantes es que se crea un concepto nacional, sobre todo al final de los primeros cuatro años de una administración, de que el presidente necesita un “chance”. Supuestamente no es posible hacer mucho en cuatro años y se necesitan los otros cuatro para cumplir con las promesas que se hicieron al inicio de la campaña. Esto es una constante tanto para Demócratas como Republicanos, de manera que siempre ha funcionado.

Otra de las ideas que se inducen en el pensamiento del votante, es que cada presidente posee alguna autonomía respecto a su propio partido. Esto tampoco es cierto. Esta visto que ningún presidente estadounidense ha podido desligarse de los intereses de su partido. Esto hace que, tanto republicanos y demócratas, terminen pareciéndose y que caigan en las detestables batallas entre partidos. Aquellas batallas personales, que promovieron al inicio de sus campañas, quedan olvidadas.

Con esa realidad podemos pensar que el “ciudadano ejemplar” no existe y que con suerte votará por primera vez a los veinticinco. En su vida sentirá muchas desilusiones, altos y bajos que le impedirán pensar en la utilidad de su voto. Nosotros terminaremos concluyendo que en vez siete presidentes votó por cuatro y que en dos de esas ocasiones lo hizo prácticamente a ciegas.

No puede afirmarse conceptualmente que el sistema norteamericano, con dos partidos prominentes, sea bipartidista, pero en la práctica lo es. Lo cierto es que tampoco hay mucho donde escoger. Cuando echas un vistazo en la lista de las opciones, un neófito puede llegar a asustarse.


De una manera o de otra, casi todos los partidos anteriores son excluyentes. No hay forma de encontrar en estos partidos una política que pueda aglutinar a la mayoría de los estadounidenses, así que son unos perdedores antes de llegar a la época de las elecciones.

El ciudadano termina aplicando aquello de “prefiero malo conocido, que bueno por conocer”. El votante no se aventura, prefiere el tradicionalismo de los dos únicos partidos, los que cree conocer.

Pero este artículo no es solo sobre los partidos estadounidenses. Ahora debemos trasladarnos a Europa, para observar que está sucediendo en España. Un país que está viviendo una de las crisis más terribles de su historia contemporánea y que está buscado nuevas alternativas políticas.

Principales partidos españoles:


Partidos Autonómicos:


Este sistema de dos partidos se parece mucho, en sus homologías, al de los estadounidenses, basados en Republicanos y Demócratas. Tal parece como si hubieran sido copiados. PP pretende dar la imagen en que se centra en los asuntos económicos, con la idea de que al mejorar la economía, la sociedad recibirá el beneficio de la abundancia y de las seguridades sociales. Por su parte el PSOE, se presenta como un constructor comprometido con las conquistas sociales, que siempre están por delante de la economía, de manera que una sociedad con mayores beneficios sociales terminaría creciendo económicamente.
Si lo analizamos con frialdad, ellos también están jugando el mismo juego de los dos partidos de los Estados Unidos. Al final de la historia, vamos a ver un congreso repleto de Populares y Socialistas que se reparten las competencias de la nación y de las comunidades autónomas. Es fácil aparecer como rivales aparentes, que después llegan a consensos internos que suavizan sus políticas, aunque a sus votantes se las presenten como decisivas y enfrentadas.

Los ciudadanos españoles están asistiendo a un fenómeno interesante, al descredito total de los dos partidos que más predominan en España, el Partido Popular Español (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Hoy estamos viendo un PP que está haciendo lo mismo que le criticó en su momento al PSOE y a su vez vemos a un PSOE que hace exactamente lo mismo que hacía PP, desde la oposición. Sin necesidad de mencionar los múltiples escándalos de corrupción que afloran en ambos partidos, también se puede ver que estos partidos están plagados de oportunistas, que hacen aún más demeritoria cualquier alineación a ciegas, a merced de cualquier estrategia que salga de sus bocas. 

El surgimiento, prácticamente espontáneo, del movimiento M16, puso al descubierto la antipatía que habían alcanzado los partidos políticos españoles, en especial PSOE y PP. Este “mal ejemplo” para Europa y para el resto del mundo, nos dio que pensar. Nos hizo temer lo peor, porque, por lógica, la alternativa a una democracia es una dictadura. Nos preguntábamos con muchos recelos que es lo que pretenden estos partidos políticos. ¿Cargarse la democracia?

Los de mi generación sabemos muy bien que cuando la democracia no funcionan aparecen entes políticos populistas, que se valen de la misma democracia para alcanzar las cimas del poder, y desde allí desmantelar poco a poco a la misma democracia. Es así como hemos visto surgir las más diversas dictaduras en nuestro planeta, que nunca han terminado bien. Entonces empezamos a cuestionarnos si estos partidos son consientes del daño que hacen a la democracia sembrando tanta desconfianza.

En España tenemos muchos partidos, muchos de ellos nacionalistas en lo que respecta a sus territorios, pero existen también otros que no son separatistas y que aglutinan perfectamente los interese más generales de los españoles. El fenómeno más connotado es el de Unión Progreso y Democracia (UPyD). Aborrecido por los Populares y renegado por los Socialistas que no pueden perdonarle a Rosa Diez  “la traición” de abandonarlos y de fundar un nuevo partido.

Las tres palabras que forman el nombre de ese partido nos dicen rápidamente y en su mismo orden, tres argumentos. Unión: los distancia de las tendencias de los partidos nacionalistas y les hace aparecer como elementos aglutinadores de los intereses más generales. Progreso: sin más, intenta comprender las dos tendencias más importantes de lo que conocemos como progreso, el progreso social y el económico. Democracia: da clara la idea de que cualquiera que sea el resultado, van a favorecer la participación de todos los españoles en el proceso político de la nación. Con estas nominaciones conceptuales, menos definidas, pero más equilibradas, UPyD empieza ser molesto para PP y PSOE.

La comodidad de dos partidos que aparentemente se enfrentan, pero que hacen pactos a espaldas de los ciudadanos, empieza desquebrajarse. En tanto, ahora aparece un tercero que no tiene intenciones de pactar si sus argumentos fundamentales no están en el inicio de la agenda.

Estamos asistiendo en España a un evento único. Los dos partidos más poderosos están aceptando sus limitaciones, pero a su vez deciden unirse para minimizar la participación política de un tercer partido, que es una minoría parlamentaria, sin importancia aparente. Esto viene acompañado de un descontento nacional, donde están ocurriendo migraciones de militancias. En este evento de competencias por una mayor participación política, a UPyD le sigue  de cerca Izquierda Unida (IU), con un poco más de experiencia en la pelea contra la supremacía de los partidos importantes.

Lo que está ocurriendo en España también es generacional. Los militantes partidistas de mayor edad, tienden a conservar su fidelidad a su partido de toda la vida, mientras que los jóvenes tienen dudas, de si es positivo o no, ser fiel a un partido. Estos últimos bandean según van viendo como se mueve la política. Eso lo vimos hace un año, cuando el PP ganó con mayoría. Miles de españoles, que tradicionalmente votaban al PSOE, decidieron darle una oportunidad al PP.

Eso es lo que puede ocurrir nuevamente, pero esta vez las opciones se están acabando y ya no parecen estar en el PSOE y en el PP. Los indecisos se están viendo de frente con dos nuevas alternativas, IU y UPyD. En los últimos meses hemos visto movimientos, que demuestran que IU no se está quedando atrás en esa competencia, ganándose el protagonismo de la primera plana con sus asaltos a los supermercados y los mítines que pretenden incendiar a la democracia.

Los que siempre han votado a uno de estos dos partidos (PSOE y PP) se mueren por preguntarle a sus diregentes, ¿por qué nos están haciendo eso? Nosotros sabemos lo que cuesta construir una democracia, porque en el fondo todos queremos tener Fe en ustedes.

Si me preguntaran ahora mismo cual es mi consejo para las nuevas generaciones de votantes, les diría que son varios.

   Nunca dejen de votar.
   Nunca sean fiel a un partido, solo a las ideas.
   Si en cuatro años un político no hizo lo que tu creías que debería haber hecho, no lo vuelvas a votar. El solo pretende ganar tiempo y tú no tienes tanto.
   La televisión pertenece a los grandes. En Estados Unidos a los Demócratas y a los Republicanos y en España a los Socialistas y a los Populares. Busca en las redes, en las fuentes alternativas.

Como habéis visto, ambos sistemas de partidos, USA vs España, se comportan de manera muy parecida, pero en España estamos asistiendo a un despertar que puede cambiar por completo el escenario de la democracia española. Yo prefiero ser optimista y pensar que sabrán elegir lo mejor para los españoles.

jueves, 16 de agosto de 2012

Apuntes de un Andaluz sobre las Autonomías


(Antonio Marcos Rubio)

El origen o aceptación de las autonomías, a mi modo de ver, viene de los derechos y fueros históricos reconocidos por los monarcas españoles a través de la historia, sobre todo en el País Vasco y en Cataluña. No como afirman algunos, por concesiones ante la amenaza del terrorismo de carácter regionalista.

Estas regiones, las autonomías, curiosamente han tenido una participación muy activa en «lo español». Han ejercido de auténticos españoles en todos los sentidos y han participado de forma muy activa en tiempos del imperio, aportando actividad económica, comercial y sobre todo cuadros de mando, tanto civiles como militares. Estas regiones se erigieron en puntos de entrada y salida a Europa de los productos españoles, sobre todo a partir de la pérdida de Cuba en 1898.

El camino Iberoamericano se cortó para España y entonces puso sus ojos en Europa. Para ello designo al País Vasco como base de las fábricas de acero, astilleros y enclaves empresariales de tipo industrial y de maquinaria pesada. Cataluña se eligió para poner fábricas productoras de textiles, coches, y todo tipo de empresas de tipo mediano y grande; obligando al resto de España a emigrar a esas tierras y a derivar muchos de sus recursos hacia esas regiones. De forma alarmante, eso provocó el empobrecimiento de Andalucía y otras regiones. En el caso de Andalucía, para mantenerla a bajo gas, se repartieron sus grandes territorios a latifundistas; para tierras cultivables y cotos de caza. Por estas tierras andaluzas venían los ricos de toda España a cazar y sobre todo a maltratar a sus gentes; al mejor del estilo con que lo hizo España en Cuba.

Andalucía estaba tan atrasada y abandonada que los que quedaron tomaron conciencia de clase y sobre todo de sitio, por su historia y por su aporte a España, que fue siempre de primera mano. Se fue originando un caldo de cultivo en favor de una Autonomía al amparo del Art. 153 de la Constitución, que permitía unas amplias competencias. Se originó un referéndum con unos requisitos muy duros de conseguir. Partidos como el CDS y el PP (antes AP) estaban en contra, apelando al no por muchos motivos y sobre todo instaron a los andaluces a no votar, porque ese no era su referéndum. En fin, toda una panoplia de contratiempos, incluido el de un mínimo de votos, con tal de que no saliera

Ahora, en las últimas elecciones autonómicas, El PP erró de forma clara. El pueblo votó y ganó con contundencia. El pueblo andaluz, el más español, diría yo, que todos los demás. No es excluyente, ni separatista, ni independentista; al contrario, es claramente aglutinador de España. Andalucía es garante de integridad territorial, y sin embargo, partidos como el PP, nos tratan como si fuéramos una cloaca.

A raíz de la consecución de la autonomía andaluza, se decidió el famoso café para todos, pero eso no significaría que se permitirían desmanes. Una cosa era repartir «el pastel» y que cada uno adaptase beneficios a su territorio, con lo cual el país estará bien atendido, y otra cosa era hacer un mal uso de eso para luego decir, o apelar, que habría que quitarlo. En mi opinión personal, esa manera de pensar y de actuar es muy afín al PP, que es el que menos ha valorado las autonomía, usándoloas para mantener la hegemonía de su partido. 

Durante muchos años se han desviado los dineros de Andalucía y otras regiones a Cataluña y a el País Vasco. Nunca nadie dijo nada, pero ahora que Andalucía despunta un poco, todo el mundo lo ve como que somos unos derrochadores y unos manirrotos y con esa «hostia no comulgo».

El gran salto de España y Andalucía ha venido de la mano de todos, pero mayormente de la socialdemocracia española, de las ayudas europeas y de su integración en la Unión Europea (UE). Andalucía ha sabido adaptar su economía a las directivas económicas, las leyes y los tratados hechos con la UE. Las autonomías han sido excelentes, por cuanto han permitido regenerar todas sus regiones y todas ellas han progresado al unísono, aunque no sean tratadas de igual manera. Un ejemplo que viene al dedo podría ser el siguiente:

Antes, cualquier vecino en una calle, cada cual encalaba su puerta. Todos los años pintaban las puertas y las ventanas, reparaban los desconchones y sobre todo, limpiaban y fregaban los aledaños, desde la entrada de la casa hasta el centro de la calle; y así una y otra vez. Al final se veía la calle limpia y aseada, blanca y resplandeciente, produciendo un alivio general y un orgullo para todos.

Pues eso mismo se puede trasladar a los barrios, las ciudades, los pueblos y las regiones. Al final se ve una España limpia, blanca y esplendorosa. Con ese prisma nos quedamos todos, sin reparar en lo que cada uno hizo individualmente.

Una de las mayores críticas que están recibiendo las autonomías es la duplicación y la triplicación de las gestiones. En este punto habría que discutir también, pues la competencia entre formas de hacer, gobernar y gastar en si misma no es mala. Lo negativo es querer prevalecer sobre los demás, tratando de imponer formas, que en una región puede resultar favorables, pero no necesariamente en otras.

A nadie le ha molestado nunca el intercambio de experiencias, de ahí que se hagan competiciones de todo tipo. Las técnicas y las prácticas de esas competencias. Normalmente se recogen por los pueblos y se adaptan a sus formas, y en ese sentido habría que andar, y no en el del rechazo y la eliminación motivada por esa misma negación, y además mal expuesta y con malas artes.

Por supuesto, las duplicidades hay que corregirlas, si con ello no se afecta la administración principal.

Las autonomías no son un capricho. Nadie cuestionó nunca la integridad española y tampoco se le quitaron las competencias más importantes al Estado Central, y las que siempre fueron de realmente del Estado.

Las fricciones entre las distintas comunidades que han ido surgiendo, han sido originadas por las propias idiosincrasia de las regiones y de los españoles. Esto se manifiesta porque España es el único país del mundo que reconoce su diversidad cultural, lingüística y cultural de sus tierras y regiones. Siempre trata de integrarlas a todas por igual; eso ha sido siempre una impronta en el devenir español con todas sus incongruencias.

Un ejemplo que ayudaría a comprenderlo es la cubanía de la que tanto se habla sobre los cubanos. Esta viene de las raíces de sus propios habitantes y de todo el entramado de personas que por aquellos territorios han transitado y que han sido bastantes. Esa cubanía no existiría si no fuera por «lo español» en su cultura. Lo es por esa defensa de su cultura originada por la influencia de sus gentes, y su adaptación a las circunstancias y de aquellos vecinos que también fueron españoles, caribeños o iberoamericanos. Yo suelo decir: «ya se guardarán los cubanos de perder su cubanía, porque si no habría que correrlos a gorrazos», pues eso también es español.

El gobierno español nunca ha estado atado de pies y manos, y menos en cuestiones internacionales. Al gobierno le salen críticas y reparos, sobretodo cuando actúa de forma unilateral y sin contar con nadie, cuando «ordena» en vez de «consensuar», «pactar» y «gobernar», que siempre es diferente a «mandar».

Gobernar significa «hablar», «contrastar», «comparar», «discernir» y sobre todo «elegir bien». El único que pregona su nación es el País Vasco, pero últimamente parece que ya no hablan tanto de eso. Hay que buscar el mejor acomodo a las regiones para que ninguna se sienta desplazada. Claro que eso desgasta bastante y obliga a hacer cosas como ceder competencias, que no es lo mismo que soberanía. Se confunde mucho dar competencias con quitar gobierno, y eso no es lo que la mayoría piensa.

Las autonomías son parte del Estado y por consiguiente al Gobierno Central (GC) debería darle lo mismo tener el mando en un sitio como Madrid o en otro como Sevilla, por ejemplo. Al GC no se le quita nada, solo se le dice que delegue el mando por zonas y eso es diferente. Reparte los recursos al igual que se reparten ordenes, y en eso siempre han sido maestros, algo que nunca les ha costado, ni les han cuestionado.

La vigilancia de un buen gobierno autonómico si debería venir del GC, como un buen director de orquesta y además repartiendo papeles y tareas para que todo el mundo haga bien su trabajo. 

miércoles, 8 de agosto de 2012

Corrección a la Campaña de Pro-Consumo Nacional


Ha aparecido un llamado en Internet a consumir productos españoles. La idea es que si se consumen más productos de las empresas que cotizan a Hacienda (española), el déficit público bajaría. Parece lógico, pero muy peligroso.

A continuación les muestro una lista de los Códigos de Barras que se pueden ver en los productos que se venden en Europa. Según el convenio para Europa EAN los primeros dígitos del código identifican al país de origen. En este caso el 84 pertenecería a los productos españoles.

CODIGO
PAIS
CODIGO
PAIS
00-13
Estados Unidos & Canadá
627
Kuwait
20-29
Reservado (tiendas / supermercados)
628
Arabia Saudita
30-37
Francia
629
Emirates Arabes Unitedos
380
Bulgaria
64
Finlandia
383
Eslovenia
690-692
China
385
Croacia
70
Noruega
387
Bosnia-Herzegovina
729
Israel
400-440
Alemania
73
Suecia
45
Japón
740
Guatemala
46
Federación Rusa
741
El Salvador
471
Taiwan
742
Honduras
474
Estonia
743
Nicaragua
475
Latvia
744
Costa Rica
476
Azerbaiyán
745
Panamá
477
Lituania
746
República Dominicana
478
Uzbekistán
750
Mexico
479
Sri Lanka
759
Venezuela
480
Filipinas
76
Suiza
481
Bielorrusia
770
Colombia
482
Ucrania
773
Uruguay
484
Moldavia
775
Perú
485
Armenia
777
Bolivia
486
Georgia
779
Argentina
487
Kazajstán
780
Chile
489
Hong Kong
784
Paraguay
49
Japón
785
Peru
50
Gran Bretaña
786
Ecuador
520
Grecia
789
Brasil
528
Líbano
80-83
Italia
529
Chipre
84
España
531
Macedonia
850
Cuba
535
Malta
858
Eslovaquia
539
Irlanda
859
República Checa
54
Bélgica & Luxemburgo
860
Serbia & Montenegro
560
Portugal
869
Turquía
569
Islandia
87
Holanda
57
Dinamarca
880
Corea del Sur
590
Polonia
885
Tailandia
594
Rumania
888
Singapur
599
Hungaria
890
India
600-601
Sudáfrica
893
Vietnam
609
Mauricio
899
Indonesia
611
Marruecos
90 -91
Austria
613
Argelia
93
Australia
619
Tunesia
94
Nueva Zelanda
621
Siria
955
Malasia
622
Egipto
958
Macao
624
Libia
977
ISSN (Número de serie estándar internacional para los periódicos)
625
Jordania
978
ISBN (Número estándar internacional para libros)
626
Irán
979
ISMN (Número estándar internacional para música)

Cuando vayan a los supermercados se sorprenderán de los pocos productos que realmente consumimos de Europa. Más del 80 porciento de la ropa y el calzado que consumimos viene de países que no son Europeos. Respecto a los productos alimenticios que se consumen en España, los que son europeos, pero no son españoles, son en su gran mayoría franceses. Consumimos muy pocos productos Alemanes u Holandeses, por ejemplo. En cambio, en estos países se consumen preferentemente productos alimenticios provenientes de España. Puede que no queramos comprar puré de tomate francés, pero eso afectaría a los agricultores españoles de tomate que venden sus tomates a los productores franceses. La industria láctea Europea funciona básicamente con leche alemana y española, o sea que boicotear en consumo de productos lácteos de procedencia europea nos afectaría a nosotros mismos.

La campaña que se está proponiendo no es una cura para España porque Europa ahora mismo funciona como una economía polarizada. Técnicamente también sería un error, porque si ese ejemplo lo siguen países como Alemania y Francia los productores agrícolas españoles serían los mayores afectados.

En cambio, si esa campaña se dirige contra productos no europeos el resultado podría ser positivo para España. Para algunos países europeos con un mayor ranquin de exportaciones fuera de Europa si podría ser un inconveniente, pero dada las pocas exportaciones de productos españoles fuera de Europa, cualquier reacción en contra no restaría mucha importancia y el balance sería positivo.

Un consumo estrictamente nacional español se vería limitado a una gama de productos muy pequeña que no respondería a la demanda de los españoles. Si nuestros consumidores quieren colaborar con la disminución de déficit nacional tendrán que ser más estrictos y constantes en sus decisiones. Consumir productos alimenticios nacionales podría ayudar, pero no sería suficiente.

De ninguna manera es recomendable boicotear el consumo de alimentos del resto de Europa porque los españoles podríamos ser los más afectados al final o al inicio de la cadena productiva. Para que esa idea funcione es recomendable evitar basicamente el consumo de productos asiáticos, que siempre son los más baratos gracias a las condiciones de trabajo a las que son sometidos los trabajadores de esos países; hombres y mujeres que trabajan rayando los límites de la esclavitud y muchas veces sobrepasándolos.

Las grandes marcas internacionales nos inundan con sus productos manchados con la vergüenza de la esclavitud, pero vamos corriendo a consumirlos, porque las revistas publicitarias nos dicen que lo hagamos. Si queremos que el déficit público español baje, no podemos ir contra Europa porque no va a funcionar. Asia está devorando la "capacidad de producción europea” haciéndonos consumir sus espejitos en donde no nos podemos ver con claridad.

Ustedes tienen los prefijos de códigos de barras que deben evitar y los que deben buscar, pero es una decisión muy dura que afecta la economía individual de cada uno de nosotros. Debemos escoger entre el pata negra ibérico y el de Beijing, pero me temo que en este caso el bolsillo si puede afectar el paladar.