(respondiéndole
a Sol)
- No
somos más que la costilla de un réptil imaginándonos que hemos evolucionado -.
Me parece
que sería un desperdicio de tiempo intentar explicar en un artículo lo que fue
el nacismo alemán. Sobran los autores que han tratado el tema y si les apetece
la versión corta, ahí está Wikipedia. Más bien intentaré poner en entredicho el
título de este articulo, remitido de forma indirecta por una amiga.
La idea
de que el nacismo es una propiedad genética de los alemanes es tan generalizada
que no deja de sorprenderme. Paradójicamente, si quieres insultar a un alemán
normalito, de esos que andan de turistas por el mundo, prueba a decirle «nací».
Eso si, no me culpes de las consecuencias, el riesgo lo asumes tú.
Si existe
un pueblo que todavía tiene la marca de lo que ocurrió entre 1933 y 1947 es el
alemán, aunque supongo que, como todos, en algún momento también lo olvidarán. -
El riesgo de repetir los errores de la historia, siempre lo digo, es una
realidad insorteable -. Estos y otros muchos argumentos los leí recientemente
en el borrador del libro de un amigo que muy pronto publicará (en una especie
de corolario de temas interesantes). Sin embargo, creo que es necesario que
haga un repaso corto de las causas que permitieron el surgimiento del nacismo,
que en realidad ya existía como corriente ideológica desde 1920.
Alemania,
en 1919 era el perfecto derrotado de la Primera Guerra Mundial. Por aquella
época, al no haber ocurrido aun una Segunda Guerra Mundial, se referían al
acontecimiento como la Guerra Mundial, sin el prefijo de «Primera». Hitler, en
su libro «Mi Lucha», constantemente habla del tema de aquella guerra, en la
cual participó como soldado en el frente holandés. La bibliografía de este fenómeno
humano no está muy aclarada, pero
sabemos un par de cosas que al día de hoy son verificables.
- La infancia de Hitler, a pesar de sus esfuerzos en escribir todo lo contrario en su libro, fue traumática. Su padre y su madre eran primos, pero el primero llevaba a cuestas un aparente y entrometido recuerdo de su matrimonio anterior, lo que convertía a Adolfo en un miembro de importancia secundaria. (No existen constancias del maltrato físico que dicen que su padre le infringió).
- Alemania tenía que pagar a los vencedores de la Guerra Mundial, gracias al Tratado de Versalles de 1919, un tributo económico que repercutía en su producción de una manera muy negativa. Este impuesto de Paz gravaba más la situación de Alemania y Austria, devastadas por la guerra (recordemos que Hitler era austriaco y no alemán).
- Para empeorar la situación, en 1929, sobrevino la gran crisis, apodada como El Jueves Negro, en referencia el desplome de la bolsa neoyorkina del jueves, 24 de Octubre de 1929. El mundo sucumbía de hambre, pero Alemania se lo sentía más. Los muertos por inanición podían recogerse en las calles del Múnich de 1922, en la Hitler hacía su vida.
Para los
intelectuales más ilustres, la aristocracia y los políticos alemanes, la derrota representaba una
humillación imperdonable, pero para los ciudadanos de a pie era dolorosamente perceptible,
como un hueco en el estomago que no se podía tapar con la mano. No era de extrañar
que todo aquello constituyera el caldo de cultivo para que surgieran las
ideologías más enrarecidas del siglo XX. Recordemos que, unos años antes, en la
región alemana de Renania del siglo anterior, ya había surgido otra de
las ideologías más terribles que experimentarían los habitantes de este planeta,
el Comunismo; una corriente de pensamientos que no ocultaba su intención de ser
excluyente y de promover la lucha de clases.
En ese
mundo se desenvolvían los europeos de principios del siglo XX. Era muy normal aborrecer
a los judíos, «tan particulares y solidarios con los suyos». Increíblemente,
muchos de los creadores de la ideología racial fueron científicos de probada
ascendencia judía. Estos se valieron de los Darwinistas sociales alemanes del
siglo XIX, que analizaron a los humanos como grupos raciales diferenciados, no
solo morfológicamente sino evolutivamente. Era prevalente la intención de que
unas razas se impusieran a otras, validando a su vez el principio de la pureza
racial como una manera de preservar el «espacio y la cultura alemana». Al igual
que las especies se adaptan, se desplazan y se imponen, los humanos, dígase la
raza elegida por su fortaleza e inteligencia, los alemanes tenían la obligación
biológica de someter a las inferiores.
Pero
hagamos un paréntesis y regresemos al monstruo. El joven Hitler, pintor frustrado (maldigo hoy a aquellos
profesores de arte que no le dieron una oportunidad), llegó a convivir con la
indigencia y tuvo que sobrevivir en las gélidas calles vieneses de su juventud.
Se convirtió en un sindicalista inadaptado, que masticó su odio contra los
eslavos que emigraban y desplazaban laboralmente a los austriacos. Valga decir
que los eslavos mayoritariamente también eran judíos. Cuando regresó de la
guerra, dado de baja por una herida, pero con la Cruz de Hierro colgando del
pecho, se encontró con un país derrotado en todos los términos. Recordemos
también que el pensamiento de Hitler no era exclusivo de él, más bien era el
eco de las calles de Múnich. La vida lo llevó, primero, a ser el espía policial
del Partido Obrero Nacionalista Alemán. Más tarde, gracias a su personalidad
convulsiva y dominante, llegó a ser el líder, no sin la ayuda de colaboradores
que no imaginaron jamás hasta donde llegaría. Los colaboradores posteriores
fueron no menos siniestros que él, pero el austriaco tenía una personalidad
atractiva para la época, sobre todo por sus gesticulaciones violentas al
hablar.
La mesa
del desastre estaba servida. A continuación enumero los platos:
- Profunda crisis económica.
- Odio generalizado hacia los judíos.
- Desprecio popular a los ganadores de la Guerra Mundial.
- Un líder atractivo emocionalmente, con ansías de poder y con suficiente empuje para alcanzarlo.
Voy a ser
muy coloquial con esto porque ya quiero ir terminando.
Cuando
hay problemas que afectan a la gente y los gobiernos son incapaces de dar las
soluciones apropiadas a dichos problemas, las ideas más retorcidas, baratas y
complejas, tienen una oportunidad. Desgraciadamente, en 1932 los gobiernos
fuertes, como la dictadura Comunista de la URSS, el Gobierno Imperial japonés y
el Fascismo italiano, se convirtieron en respuestas dictatoriales y por ende
antidemocráticas, pero capaces de restablecer el orden social. Es decir, las
dictaduras no tenían tan mala fama, al menos en el sentido de devolverle a la
sociedad una dirección continuada y segura.
Hoy los
alemanes estudian la Segunda Guerra Mundial en el desayuno, y hasta no es muy
lisito sentir orgullo nacional. ¿El resto del mundo se comporta igual? Miren a
su alrededor. Lléguense a Barcelona, Bilbao, Caracas, la Habana, y sobre todo a
Pion Yang. Incluso en cualquier ciudad estadounidense podría sentirse de alguna
manera.
El nacismo puede surgir de las maneras más inimaginables. ¡Vamos! ¿que les podría decir?
En el Harlem neoyorkino yo llegué a experimentar una especie de nacismo afroamericano. Allí, nostálgicos de las Panteras Negras hablaban de un nuevo orden social en donde los blancos pagarían por los crímenes de sus antepasados. En Cuba el hombre nuevo, en Corea el hombre del futuro y ahora parece que en Venezuela surgierá el hombre del mañana.
Por supuesto, en estos tiempos la ideología racial pierde su sentido, pero siempre prevalecerán los elementos distintivos entre unos seres humanos y otros. Es pan comido. Se hace creer que un grupo está destinado a prevalecer sobre otro. - Basta con hacernos sentir diferentes, pertenecientes a algo, para que terminemos creyéndolo -.