lunes, 16 de marzo de 2015

Racismo con dos Raceros


Foto tomada de Univisión
Recientemente, un comentarista de Univisión (una de las cadenas de televisión hispana de los Estados Unidos) fue cesado de su cargo por comentarios racistas acerca de Michelle Obama, la esposa del Presidente. Este señor se atrevió a comparar físicamente a esta mujer, que en mi opinión es bonita, con uno de los personajes simio-humanoides de la película “El planeta de los Simios.

Antes de continuar creo que debería decirles algo. La pantalla del televisor de mi casa permanece en silencio y oscura el 99 porciento del que podría estar funcionando. Si a ello le sumamos que la emisión de un programa de farándula es razón obligada, y de acción automática en mi cabeza, para cambiar de canal, comprenderían lo poco que me simpatiza este tipo de pasatiempo. Es decir, si un gran porciento de la población de nuestro planeta fuera tan antipática como yo, esta forma de periodismo mediocre no existiría. Sin embargo, acepto la importancia de la variedad en las diferentes formas de entretenimiento y lo tolero como un mal al que hay que resignarse.

Foto tomada de Univisión
Dicho lo anterior, entonces ya puedo contarles que yo no me hubiera enterado de lo que se habla entorno a Rodner Figueroa, de quien me dicen que es:  crítico de moda en un show en vivo (¿?, menuda p……..), si no fuera por mi madre. Pero hay algo que me molesta en la historia, es el doble racero del racismo en los Estados Unidos; puede que en el mundo entero. En mis tiempos de New York pude constatar como era lisito sentir orgullo de ser negro. Vi cosas como las que siguen:


  • Publicidad a las personas famosas afroamericanas en el papel para las bandejas de McDonald, con alarde racial incluido.
  • Conocí un Harlem en donde los negros daban discursos en plena calle demonizando a los blancos de hoy y te miraban amenazantes cuando paseabas por sus aceras.
  • Supe que los afroamericanos tenían como norma dar mal la dirección a los blancos.
  • Vi pastores negros dar arengas religiosas en contra de los blancos.
  • Vi a funcionarlos negros, que son la mayoría, tratar con mucho amor a sus hermanos raciales y tratar mal a los blancos.

Todo esto no solo lo vi, sino que lo experimenté en carne propia. Después de tantos años de aquel memorable discurso de Martín Luther King, en donde contaba su sueño de igualdad entre los hombres (“hombre” no se refiere al sexo), una mayoría de la población negra tenía reservada para mi la pesadilla ignominiosa de la clasificación racial.

Lo interesante del fenómeno es que los blancos bajaban la cabeza, como si llevaran una especie de culpa sobre las espaldas. Primero pensé que todo ocurría según mi experiencia, pero cuando empecé a indagar comprendí que era mucho más que eso, era la generalidad. Me enteré del programa de la Discriminación Afirmativa, de las cuotas en los trabajos del gobierno para afroamericanos y de ciertos detalles que ya se me hacían absurdos.

Aunque les parezca extraño, era más fácil debatir el tema con los afroamericanos que con los angloamericanos. Estos últimos reaccionaban con tanto prejuicio y fanatismo que parecían pertenecer a un partido invisible, en donde ser tolerantes con el racismo de los afroamericanos era el primer inciso de sus estatutos. La moda era ser afroamericanista, aunque estos últimos gritaran en público su deseo de colocar en el cuello, a todos los blancos, una argolla unida a una cadena que terminara en una bola de hierro.

En ese tiempo descubrí que existían programas televisivos para una teleaudiencia general y otros exclusivamente para negros. En las comedias para negros siempre existía un blanco(a) que era tonto o muy tonto; el blanco de la burla de la idiotez. Esto era una clara emulación con aquellas  comedias y películas, de más o menos antes de 1960, donde era muy fácil encontrar ese tipo de personaje, pero en la versión de raza negra.

En fin, que me enteré, para mi asombro y tristeza, que nada había cambiado. Que los seres humanos, dependiendo de la situación en que se encuentran, sacan todo lo negativo que llevan dentro para hacer de la historia, esa que ya no les pertenece, un rencor con el cual vivir. Parecían no entender que sentir orgullo de ser negro también era negativo. Una vez pregunté, solo para ver la reacción: ¿Que le pasaría a un blanco que se parase en  plena calle y expresará su orgullo de ser blanco? y la respuesta no era menos increíble. “Eso si que no se puede hacer, porque vas preso por hacer apología racista”.

Si el presentador hubiera dicho eso mismo, pero de Hillary Clinton, observen que ni siquiera cambié de partido, no hubiera perdido su trabajo. Habrá muchas opiniones sobre esto; esta es la mía.