Con toda seguridad aquí faltará más de la
mitad de la información necesaria para abordar con más claridad el asunto. Es extremadamente difícil imaginar todos los
entresijos de la política, pero estoy seguro de que lograremos aproximarnos
bastante en un par de aspectos.
Las elecciones del 8 de Noviembre de
2016 están a la vuelta de la esquina. Eso representa que muy pronto la
legislatura del actual presidente terminará y vendrá una nueva. Es prematuro
augurar si el próximo presidente será Demócrata o Republicano, verdaderamente
difícil, pero cualquiera que sea el resultado a Obama le queda muy poco tiempo
para concretizar lo que ya empezó. Pasada esa fecha, todo quedará en manos del
que venga después. Su legado para los Estados Unidos quedará establecido de
acuerdo a lo que él hizo en su momento y no a la condicionante de si otros continúan o no lo que
él dejó sin terminar.
¡Terminar!; e aquí el dilema. En el
mejor de los escenarios para Obama un demócrata llegaría a la Casa Blanca
dispuesto a dar continuidad a sus proyectos.
El conocido Obamacare, ahora mismo
parece un fiasco. Muchos de sus defensores iniciales se están mostrando
reticentes a seguir dándole luz verde a este proyecto, que de alguna manera no ha
resultado muy positivo para los estadounidenses. Obama cuenta con solo unos
meses para resolver el acertijo de su programa de salud. Hillary Clinton
trataría, más o menos, de seguir adelante con el mismo, incluso sabiendo que no funciona
bien, pero Sanders irá mas lejos. Este último creará uno nuevo, a imagen y
semejanza de las culturas nórticas, pero sin tener en cuenta que esos países poseen
una economía subvencionada; a diferencia de los Estados unidos donde el país depende de lo que sea capaz de producir. Si llega un
republicano, como parece muy posible, ese plan será rejected.
En materia de terrorismo y seguridad nacional, en el inicio de su presidencia, Obama se anotó varios puntos importantes, entre los cuales destaca el ajusticiamiento de Osama Bin Laden y la intervención neutralizante en varios atentados en territorio estadounidense. Pero tampoco las cosas le han salido perfectas en dicha materia. En su mandato nació la Republica Islámica, mucho más voraz y agresiva que su pariente cercano Alcaida. La seguridad de Europa ha estado al borde del abismo desde que Obama tomó el poder y esto, por supuesto, guarda una relación directa con la República Islámica. Tampoco fue capaz de evitar los atentados a los consulados de Bengasi y Estambul, ni la oleada de atentados a diplomáticos estadounidenses en el extranjero. Todo esto se refuerza porque el presidente se ha mostrado decepcionantemente débil con los enemigos de los Estados Unidos e implacable con sus verdaderos aliados. Es como si una especie de síndrome de Estocolmo se hubiera apoderado de la Oficina Oval.
El pacto nuclear con Irán ha puesto
los pelos de punta a los más entendidos en el tema. Dentro de los mismos
demócratas hay quien cruza los dedos para que las cosas no salgan catastróficamente mal. Es muy probable que incluso Clinton, no Sanders, de marcha
a atrás a ese desatino. Un Republicano daría prioridad número uno a la acción
de deshacer esa apuesta de buena voluntad, que por demás, se trata de un gobierno que no oculta un odio
visceral hacia los Estados Unidos.
Y la estrellita de estas políticas a
medio hacer, no faltaba más, es Cuba. Es muy seguro que Obama creyera que
siendo una paloma benevolente con los gobernantes de la Isla, las cosas
cambiarían. Por supuesto, aquí se nota la vasta ignorancia en el tema cubano de
cualquier estadounidense. Es sabido, yo lo sé, que al Washington Post y al New
York Time (son ejemplos), le cuesta un pedazo del alma cada vez que se ven obligados a “blasfemar” sobre la política en la Isla. El tema de Cuba (al igual que el
Palestino) está demasiado intervenido, no solo en USA, si no en el mundo
entero. Es como si gozara de cierta inmunidad periodística donde el “periodismo
militante” se atrinchera con más violencia. Esto daría para otro tema, así que
lo cortamos aquí. Lo observable es que uno puede llegar a entender el porqué Obama
se aferra a su ignorancia de suponer que una dinastía como la cubana va a conceder
libertades a sus ciudadanos, lo cual terminaría por hacer débiles y
excluibles a sus gobernantes.
Obama tiene prisa, el reloj va en su
contra. Es demasiado evidente que el viaje a Cuba tiene la intención de hacer
nuevas concesiones a cambio de tener algún resultado, un mínimo resultado, algo
que justifique ese gran error. Si un demócrata llegara a la Casa Blanca,
incluso Sanders, se va a encontrar con una papa caliente difícil de sostener;
el segundo traspaso de la corona cubana está en camino. Si llega un
Republicano, esa política será anulada radicalmente. Para colmo, hay dos
cubanos republicanos con muchísimas posibilidades de sustituir a Obama. En
ambos casos, la situación del gobierno de la Habana podría cambiar tanto, que
podemos apostar por una cesantía real del gobierno castrista y todo su entorno.
– Es lo que muchos cubanos exiliados murieron esperando –.
Barack Obama tiene prisa y Raúl Castro
lo sabe.
Obama viaja a #Cuba (Subtitulado Español)
“Me reuniré con los miembros de la sociedad civil en Cuba, hombres y mujeres valientes que dan voz a las aspiraciones de esa sociedad” Barack Obama
Tomado de S+ on sábado, 20 de febrero de 2016
Mi opinión más arriesgada es que de
momento el gobierno de la Isla lleva la voz cantante en todos los temas de la
nueva relación con los Estados Unidos y que, por ello, los movimientos
disidentes internos no van ha experimentar una mejoría de trato por parte del
gobierno. Habría que esperar al 8 de diciembre de este año para hacer un diagnostico
más certero. Lo que si es bastante evidente, es que Obama está mostrando sus primeros
signos de desilusión y de desespero. De otra manera, dadas las circunstancias
actuales, hubiera sido Raúl Castro quien viajara a Washington.