Estados Unidos cuenta con cinco partidos de mayor envergadura, treinta y tres partidos minoritarios y treinta nueve partidos regionales, algunos de
ellos independentistas. De esos “cinco partidos' de mayor envergadura, realmente
dos deciden en la política nacional, los clásicos Demócratas y Republicanos. Los otros tres partidos, Libertarian Party, Green Party y Constitution Party, no tienen
representación en la Casa Blanca y entre los tres solo tienen dos cenadores. En
esas condiciones podría afirmarse con mucha categoría que en los Estados Unidos
solo existen dos partidos.
La repartición de los votantes entre Republicanos y Demócratas se centra
en las dos preocupaciones básicas del ciudadano estadounidense. En el caso de
los Republicanos es la economía y en el caso de los Demócratas los problemas
sociales. Así, como se suele decir en buen castellano, el pastel ya está
repartido.
Se les presenta como partidos enfrentados, donde los intereses del uno
perjudica al contrario, pero un observador distante puede descubrir que en el
fondo actúan de la misma manera, tanto en la política nacional como en la
internacional. Las supuestas políticas sociales de Baraca Obama, que han
encontrado dificultades para ponerse en práctica, han contado con la oposición
de miembros de su mismo partido y si el presidente hubiera usado su derecho al
veto estas hubieran salido adelante. De esta manera se evidencia, que
dentro del partido se manejan asuntos que no son los que se exteriorizan y se
muestran al votante, aunque el entusiasmo de este último le impida ver las
fluctuaciones que ocurren en la política del partido que ha elegido.
La técnica para justificar los reveses, está en achacarle al partido
contrario la falta de apoyo.
Tambien hay un efecto generacional. Desde los dieciocho años un cidadano
es libre de ejercer su derecho al voto, pero en la práctica casi todos votan
después de los veintiuno. La mayoría de ellos espera mucho más tiempo, entre los
veintiuno y los treinta. Teniendo en cuanta cuanto dura un periodo
presidencial, salvo escándalos que conlleven a dimisiones, este periodo es de
cuatro años, con la posibilidad de extenderse hasta los ocho. De manera que
si elegimos a un “ciudadano ejemplar”, que decide votar desde los 18 hasta y
que en su vida perfecta alcance los ochenta, podríamos asegurar que es
muy posible que este ciudadano haya votado por siete presidentes al final de su vida. En siete
admiraciones se le fue la vida, siete presonas decidieron como iba a vivir y
probablemente siete lo defraudaron.
Lo que ocurre en realidad es que existe un paquete de condicionantes,
que manipulan las decisiones y las mismas esperanzas de los votantes.
Una de estas condicionantes es que se crea un concepto nacional, sobre
todo al final de los primeros cuatro años de una administración, de que el
presidente necesita un “chance”. Supuestamente no es posible hacer mucho en
cuatro años y se necesitan los otros cuatro para cumplir con las promesas que
se hicieron al inicio de la campaña. Esto es una constante tanto para Demócratas
como Republicanos, de manera que siempre ha funcionado.
Otra de las ideas que se inducen en el pensamiento del votante, es que
cada presidente posee alguna autonomía respecto a su propio partido. Esto
tampoco es cierto. Esta visto que ningún presidente estadounidense ha podido
desligarse de los intereses de su partido. Esto hace que, tanto republicanos y
demócratas, terminen pareciéndose y que caigan en las detestables batallas
entre partidos. Aquellas batallas personales, que promovieron al inicio de sus
campañas, quedan olvidadas.
Con esa realidad podemos pensar que el “ciudadano ejemplar” no existe y que con suerte votará por primera vez a los veinticinco. En su vida sentirá muchas desilusiones, altos y bajos que le impedirán pensar en la utilidad de su voto. Nosotros terminaremos concluyendo que en vez siete presidentes votó por cuatro y que en dos de esas ocasiones lo hizo prácticamente a ciegas.
Con esa realidad podemos pensar que el “ciudadano ejemplar” no existe y que con suerte votará por primera vez a los veinticinco. En su vida sentirá muchas desilusiones, altos y bajos que le impedirán pensar en la utilidad de su voto. Nosotros terminaremos concluyendo que en vez siete presidentes votó por cuatro y que en dos de esas ocasiones lo hizo prácticamente a ciegas.
No puede afirmarse conceptualmente que el sistema norteamericano, con dos partidos prominentes, sea bipartidista, pero en la práctica lo es. Lo cierto es que tampoco
hay mucho donde escoger. Cuando echas un vistazo en la lista de las
opciones, un neófito puede llegar a asustarse.
America First Party, American Party, American Populist Party, American Third Position Party, Americans
Elect, America's Party, Christian Liberty Party, Citizens Party of the United States, Communist Party of the United States of America,
Freedom Socialist Party, Independence Party of America, Independent American Party, Jefferson Republican Party, Justice Party, Labor Party, Modern
Whig Party, National Socialist Movement, Objectivist
Party, Party for Socialism and Liberation, Peace and Freedom Party, Prohibition
Party, Raza Unida Party, Reform Party of the United States of America, Socialist Action, Socialist Alternative, Socialist Equality Party, Socialist Party USA, Socialist Workers Party, United States Marijuana Party, United States Pacifist Party, United States Pirate Party, Unity Party of America, Workers World Party…
De una manera o de otra, casi todos los partidos anteriores son
excluyentes. No hay forma de encontrar en estos partidos una política que pueda
aglutinar a la mayoría de los estadounidenses, así que son unos perdedores
antes de llegar a la época de las elecciones.
El ciudadano termina aplicando aquello de “prefiero malo conocido, que
bueno por conocer”. El votante no se aventura, prefiere el tradicionalismo de
los dos únicos partidos, los que cree conocer.
Pero este artículo no es solo sobre los partidos estadounidenses. Ahora debemos trasladarnos a Europa, para observar que está sucediendo en España. Un país que está viviendo una de las crisis más terribles de su historia contemporánea y que está buscado nuevas alternativas políticas.
Pero este artículo no es solo sobre los partidos estadounidenses. Ahora debemos trasladarnos a Europa, para observar que está sucediendo en España. Un país que está viviendo una de las crisis más terribles de su historia contemporánea y que está buscado nuevas alternativas políticas.
Principales partidos españoles:
Partidos Autonómicos:
Partit dels Socialistes de
Catalunya, Convergència i Unió, Partido Nacionalista Vasco, Esquerra Republicana de Catalunya, Iniciativa per Catalunya Verds, Bloque Nacionalista Galego, Unión del Pueblo Navarro, Coalición Canaria, Foro
Asturias, Esquerra Unida i Alternativa, Chunta Aragonesista, Nueva
Canarias, Geroa Bai, Partido Aragonés, Centro Canario Nacionalista.
Partit dels Socialistes de
Catalunya, Convergència i Unió, Partido Nacionalista Vasco, Esquerra Republicana de Catalunya, Iniciativa per Catalunya Verds, Bloque Nacionalista Galego, Unión del Pueblo Navarro, Coalición Canaria, Foro
Asturias, Esquerra Unida i Alternativa, Chunta Aragonesista, Nueva
Canarias, Geroa Bai, Partido Aragonés, Centro Canario Nacionalista.
Este sistema de dos partidos se parece mucho, en sus homologías, al de
los estadounidenses, basados en Republicanos y Demócratas. Tal parece como si
hubieran sido copiados. PP pretende dar la imagen en que se centra en los
asuntos económicos, con la idea de que al mejorar la economía, la sociedad
recibirá el beneficio de la abundancia y de las seguridades sociales. Por su
parte el PSOE, se presenta como un constructor comprometido con las conquistas
sociales, que siempre están por delante de la economía, de manera que una
sociedad con mayores beneficios sociales terminaría creciendo económicamente.
Si lo analizamos con frialdad, ellos también están jugando el mismo
juego de los dos partidos de los Estados Unidos. Al final de la historia, vamos
a ver un congreso repleto de Populares y Socialistas que se reparten las
competencias de la nación y de las comunidades autónomas. Es fácil aparecer
como rivales aparentes, que después llegan a consensos internos que suavizan
sus políticas, aunque a sus votantes se las presenten como decisivas y
enfrentadas.
Los ciudadanos españoles están asistiendo a un fenómeno interesante, al
descredito total de los dos partidos que más predominan en España, el Partido
Popular Español (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Hoy estamos viendo un PP que está haciendo lo mismo que le criticó en su
momento al PSOE y a su vez vemos a un PSOE que hace exactamente lo mismo que
hacía PP, desde la oposición. Sin necesidad de mencionar los múltiples
escándalos de corrupción que afloran en ambos partidos, también se puede ver
que estos partidos están plagados de oportunistas, que hacen aún más
demeritoria cualquier alineación a ciegas, a merced de cualquier estrategia que
salga de sus bocas.
El surgimiento, prácticamente espontáneo, del movimiento M16, puso al
descubierto la antipatía que habían alcanzado los partidos políticos españoles,
en especial PSOE y PP. Este “mal ejemplo” para Europa y para el resto del
mundo, nos dio que pensar. Nos hizo temer lo peor, porque, por lógica, la
alternativa a una democracia es una dictadura. Nos preguntábamos con muchos
recelos que es lo que pretenden estos partidos políticos. ¿Cargarse la
democracia?
Los de mi generación sabemos muy bien que cuando la democracia no
funcionan aparecen entes políticos populistas, que se valen de la misma
democracia para alcanzar las cimas del poder, y desde allí desmantelar poco a
poco a la misma democracia. Es así como hemos visto surgir las más diversas
dictaduras en nuestro planeta, que nunca han terminado bien. Entonces empezamos
a cuestionarnos si estos partidos son consientes del daño que hacen a la
democracia sembrando tanta desconfianza.
En España tenemos muchos partidos, muchos de ellos nacionalistas en lo
que respecta a sus territorios, pero existen también otros que no son
separatistas y que aglutinan perfectamente los interese más generales de los
españoles. El fenómeno más connotado es el de Unión Progreso y Democracia
(UPyD). Aborrecido por los Populares y renegado por los Socialistas que no
pueden perdonarle a Rosa Diez “la traición” de abandonarlos y de fundar un
nuevo partido.
Las tres palabras que forman el nombre de ese partido nos dicen
rápidamente y en su mismo orden, tres argumentos. Unión: los distancia de las
tendencias de los partidos nacionalistas y les hace aparecer como elementos
aglutinadores de los intereses más generales. Progreso: sin más, intenta
comprender las dos tendencias más importantes de lo que conocemos como
progreso, el progreso social y el económico. Democracia: da clara la idea de
que cualquiera que sea el resultado, van a favorecer la participación de todos
los españoles en el proceso político de la nación. Con estas nominaciones
conceptuales, menos definidas, pero más equilibradas, UPyD empieza ser molesto
para PP y PSOE.
La comodidad de dos partidos que aparentemente se enfrentan, pero que
hacen pactos a espaldas de los ciudadanos, empieza desquebrajarse. En tanto, ahora aparece un tercero que no tiene intenciones de pactar si sus argumentos
fundamentales no están en el inicio de la agenda.
Estamos asistiendo en España a un evento único. Los dos partidos más
poderosos están aceptando sus limitaciones, pero a su vez deciden unirse para
minimizar la participación política de un tercer partido, que es una minoría
parlamentaria, sin importancia aparente. Esto viene acompañado de un
descontento nacional, donde están ocurriendo migraciones de militancias. En este
evento de competencias por una mayor participación política, a UPyD le sigue
de cerca Izquierda Unida (IU), con un poco más de experiencia en la pelea
contra la supremacía de los partidos importantes.
Lo que está ocurriendo en España también es generacional. Los militantes
partidistas de mayor edad, tienden a conservar su fidelidad a su partido de
toda la vida, mientras que los jóvenes tienen dudas, de si es positivo o no,
ser fiel a un partido. Estos últimos bandean según van viendo como se mueve la política.
Eso lo vimos hace un año, cuando el PP ganó con mayoría. Miles de españoles,
que tradicionalmente votaban al PSOE, decidieron darle una oportunidad al PP.
Eso es lo que puede ocurrir nuevamente, pero esta vez las opciones se
están acabando y ya no parecen estar en el PSOE y en el PP. Los indecisos se
están viendo de frente con dos nuevas alternativas, IU y UPyD. En los últimos
meses hemos visto movimientos, que demuestran que IU no se está quedando atrás
en esa competencia, ganándose el protagonismo de la primera plana con sus
asaltos a los supermercados y los mítines que pretenden incendiar a la
democracia.
Los que siempre han votado a uno de estos dos partidos (PSOE y PP) se mueren por preguntarle a sus diregentes, ¿por qué nos están haciendo eso? Nosotros sabemos lo que cuesta construir una
democracia, porque en el fondo todos queremos tener Fe en ustedes.
Si me preguntaran ahora mismo cual es mi consejo para las nuevas
generaciones de votantes, les diría que son varios.
•
Nunca dejen de votar.
•
Nunca sean fiel a un partido, solo a las ideas.
•
Si en cuatro años un político no hizo lo que tu
creías que debería haber hecho, no lo vuelvas a votar. El solo pretende ganar
tiempo y tú no tienes tanto.
•
La televisión pertenece a los grandes. En
Estados Unidos a los Demócratas y a los Republicanos y en España a los
Socialistas y a los Populares. Busca en las redes, en las fuentes alternativas.
Como habéis visto, ambos sistemas de partidos, USA vs España, se comportan de manera muy parecida, pero en España estamos asistiendo a un despertar que puede cambiar por completo el escenario de la democracia española. Yo prefiero ser optimista y pensar que sabrán elegir lo mejor para los españoles.
Como habéis visto, ambos sistemas de partidos, USA vs España, se comportan de manera muy parecida, pero en España estamos asistiendo a un despertar que puede cambiar por completo el escenario de la democracia española. Yo prefiero ser optimista y pensar que sabrán elegir lo mejor para los españoles.