viernes, 19 de febrero de 2016

Acerca del viaje de Barack Obama a Cuba

Con toda seguridad aquí faltará más de la mitad de la información necesaria para abordar con más claridad el asunto. Es extremadamente difícil imaginar todos los entresijos de la política, pero estoy seguro de que lograremos aproximarnos bastante en un par de aspectos.

Las elecciones del 8 de Noviembre de 2016 están a la vuelta de la esquina. Eso representa que muy pronto la legislatura del actual presidente terminará y vendrá una nueva. Es prematuro augurar si el próximo presidente será Demócrata o Republicano, verdaderamente difícil, pero cualquiera que sea el resultado a Obama le queda muy poco tiempo para concretizar lo que ya empezó. Pasada esa fecha, todo quedará en manos del que venga después. Su legado para los Estados Unidos quedará establecido de acuerdo a lo que él hizo en su momento y no a la condicionante de si otros continúan o no lo que él dejó sin terminar.

¡Terminar!; e aquí el dilema. En el mejor de los escenarios para Obama un demócrata llegaría a la Casa Blanca dispuesto a dar continuidad a sus proyectos.

El conocido Obamacare, ahora mismo parece un fiasco. Muchos de sus defensores iniciales se están mostrando reticentes a seguir dándole luz verde a este proyecto, que de alguna manera no ha resultado muy positivo para los estadounidenses. Obama cuenta con solo unos meses para resolver el acertijo de su programa de salud. Hillary Clinton trataría, más o menos, de seguir adelante con el mismo, incluso sabiendo que no funciona bien, pero Sanders irá mas lejos. Este último creará uno nuevo, a imagen y semejanza de las culturas nórticas, pero sin tener en cuenta que esos países poseen una economía subvencionada; a diferencia de los Estados unidos donde el país depende de lo que sea capaz de producir. Si llega un republicano, como parece muy posible, ese plan será rejected.


En materia de terrorismo y seguridad nacional, en el inicio de su presidencia, Obama se anotó varios puntos importantes, entre los cuales destaca el ajusticiamiento de Osama Bin Laden y la intervención neutralizante en varios atentados en territorio estadounidense. Pero tampoco las cosas le han salido perfectas en dicha materia. En su mandato nació la Republica Islámica, mucho más voraz y agresiva que su pariente cercano Alcaida. La seguridad de Europa ha estado al borde del abismo desde que Obama tomó el poder y esto, por supuesto, guarda una relación directa con la República Islámica. Tampoco fue capaz de evitar los atentados a los consulados de Bengasi y Estambul, ni la oleada de atentados a diplomáticos estadounidenses en el extranjero. Todo  esto se refuerza porque el presidente se ha mostrado decepcionantemente débil con los enemigos de los Estados Unidos e implacable con sus verdaderos aliados. Es como si una especie de síndrome de Estocolmo se hubiera apoderado de la Oficina Oval.

El pacto nuclear con Irán ha puesto los pelos de punta a los más entendidos en el tema. Dentro de los mismos demócratas hay quien cruza los dedos para que las cosas no salgan catastróficamente mal. Es muy probable que incluso Clinton, no Sanders, de marcha a atrás a ese desatino. Un Republicano daría prioridad número uno a la acción de deshacer esa apuesta de buena voluntad, que por demás, se trata de un gobierno que no oculta un odio visceral hacia los Estados Unidos.

Y la estrellita de estas políticas a medio hacer, no faltaba más, es Cuba. Es muy seguro que Obama creyera que siendo una paloma benevolente con los gobernantes de la Isla, las cosas cambiarían. Por supuesto, aquí se nota la vasta ignorancia en el tema cubano de cualquier estadounidense. Es sabido, yo lo sé, que al Washington Post y al New York Time (son ejemplos), le cuesta un pedazo del alma cada vez que se ven obligados a “blasfemar” sobre la política en la Isla. El tema de Cuba (al igual que el Palestino) está demasiado intervenido, no solo en USA, si no en el mundo entero. Es como si gozara de cierta inmunidad periodística donde el “periodismo militante” se atrinchera con más violencia. Esto daría para otro tema, así que lo cortamos aquí. Lo observable es que uno puede llegar a entender el porqué Obama se aferra a su ignorancia de suponer que una dinastía como la cubana va a conceder libertades a sus ciudadanos, lo cual terminaría por hacer débiles y excluibles a sus gobernantes.

Obama tiene prisa, el reloj va en su contra. Es demasiado evidente que el viaje a Cuba tiene la intención de hacer nuevas concesiones a cambio de tener algún resultado, un mínimo resultado, algo que justifique ese gran error. Si un demócrata llegara a la Casa Blanca, incluso Sanders, se va a encontrar con una papa caliente difícil de sostener; el segundo traspaso de la corona cubana está en camino. Si llega un Republicano, esa política será anulada radicalmente. Para colmo, hay dos cubanos republicanos con muchísimas posibilidades de sustituir a Obama. En ambos casos, la situación del gobierno de la Habana podría cambiar tanto, que podemos apostar por una cesantía real del gobierno castrista y todo su entorno. – Es lo que muchos cubanos exiliados murieron esperando –.

Barack Obama tiene prisa y Raúl Castro lo sabe.

Obama viaja a #Cuba (Subtitulado Español)
“Me reuniré con los miembros de la sociedad civil en Cuba, hombres y mujeres valientes que dan voz a las aspiraciones de esa sociedad” Barack Obama
Tomado de S+ on sábado, 20 de febrero de 2016


Mi opinión más arriesgada es que de momento el gobierno de la Isla lleva la voz cantante en todos los temas de la nueva relación con los Estados Unidos y que, por ello, los movimientos disidentes internos no van ha experimentar una mejoría de trato por parte del gobierno. Habría que esperar al 8 de diciembre de este año para hacer un diagnostico más certero. Lo que si es bastante evidente, es que Obama está mostrando sus primeros signos de desilusión y de desespero. De otra manera, dadas las circunstancias actuales, hubiera sido Raúl Castro quien viajara a Washington.